Leonel Duarte, la otra banda del fútbol cubano
Por: Mario Herrera
Esta es una entrevista
que tiene un tiempito, la hice cuando apenas estudiaba en el curso que luego
que habilitó como Narrador y Comentarista Deportivo. Desde mi punto de vista no
pierde vigencia y por eso le he dado un retoque (a sugerencia de un amigo).
Cuando lo vi jugar por primera vez pensé:
“Este tiene algo distinto, fantasía en los botines”, y supuse que llegaría
lejos. Esa magia quizás innata en él, fue pulida, dice Leonel Duarte, “por el
profesor Dagoberto Lara, que me enseñó a driblar, a eludir contrarios, la
bicicleta…”, así llegó con 14 años a la selección nacional sub-17 en el año
2001.Sin embargo, ya no se ve al rubito delantero por ningún lugar. Leo me dice
con tristeza que “…hace un año, un mes y cerca de siete días que no juego de
forma oficial”. Si, se retiró Leonel porque”... muchas
cosas tienen que cambiar”.
Leonel Duarte Plá nació en Ciego
de Ávila. Dejó el kárate y la guitarra por el fútbol. Empezó como portero en la
escuela, por su estatura, luego participó en juegos escolares hasta que lo
convocaron para la selección. Tuvo que batallar fuerte el chico que solo podía
hacer dos dominios con la cabeza, y casi a punto de ser descartado, afloró el
milagro. Su primer evento con un equipo grande fue una eliminatoria mundialista
“…que es el tope que tenemos los equipos cubanos, llegar a la hexagonal (…) en
algunas esferas de la
Asociación Nacional, hay cierto conformismo y a la larga se
espera que no pasemos de esta fase”, comentó.
Llegó a la selección mayor en el año 2005, en la Copa Oro, y desde
entonces, ha sido uno de los jugadores que más ha gustado a la afición cubana.
“Es una lástima que los aficionados cubanos
sientan tanto a otras selecciones y clubes, los conozcan y no a la nuestra,
aunque el espectáculo que podemos ofrecer no es tan bueno; pienso que todos
debemos hacer algo al respecto, la prensa, los medios, la propia Asociación,
para llevar a los muchos fanáticos al fútbol al estadio, para ver si un día, logramos
el sueño de llegar a un mundial”. Desde el inicio de su vida como atleta sólo
ha visto llenarse el estadio Pedro Marrero en el histórico partido ante Costa
Rica y en la eliminatoria rumbo a Sudáfrica 2010, cuando nos visitó la
selección de Estados Unidos, en este último quizás por la expectativa que
generaba el evento y el hecho de jugar de noche por primera vez en La Habana ante tan gran
equipo.
Pero…
¿cuáles
son esas cosas que deben cambiar?
“Desde mi modesto punto de vista, hay muchas cosas que no se pueden hacer
por falta de recursos económicos, pero hay otras que no se hacen por falta de
motivación, de inteligencia, de atención a los atletas, que no permiten que los
jugadores lleguen al máximo nivel competitivo con una adecuada preparación (…)
en el campeonato lo único bueno es que se logró que el traslado fuera en ASTRO,
porque el alojamiento, la alimentación, el arbitraje, la atención a los
atletas, los estadios, la calidad del terreno, las pelotas, todos estos son
aspectos que van contra el campeonato, del público, que no pueden ver un buen
partido. No creo que exista profesionalidad en el trabajo.
El alojamiento es en cualquier EIDE, casa de visita, en estadios de pelota. No son infrahumanas pero para nada las necesarias para el correcto descanso de un atleta; a veces hay mosquitos, mala alimentación, hasta huevo en polvo he comido, no hay una ducha con agua caliente, baños con mal olor; en los estadios no hay camerinos y en algunos no hay ni cerca ni asientos y todos sabemos qué ha pasado en esas condiciones con el carácter de los cubanos”. “Perdí la motivación de jugar con la selección después de la Copa Digicel. Estoy consciente de no ser un delantero de muchos goles, más bien me sacrificaba para arrastrar marcas y dejar que otros anotaran, por eso siempre funcioné tan bien con Roberto Linares, el mejor delantero en los últimos cinco años. Pero se dejó de creer en mí, no tuve la suerte de definir en algunos momentos. La Comisión hace rato me veía como un líder negativo. En un grupo donde todos obedecen y alguien no está de acuerdo porque tiene una opinión diferente, es visto con malos ojos. Luego, no me convocaron para los amistosos ante El Salvador y Panamá”.
El alojamiento es en cualquier EIDE, casa de visita, en estadios de pelota. No son infrahumanas pero para nada las necesarias para el correcto descanso de un atleta; a veces hay mosquitos, mala alimentación, hasta huevo en polvo he comido, no hay una ducha con agua caliente, baños con mal olor; en los estadios no hay camerinos y en algunos no hay ni cerca ni asientos y todos sabemos qué ha pasado en esas condiciones con el carácter de los cubanos”. “Perdí la motivación de jugar con la selección después de la Copa Digicel. Estoy consciente de no ser un delantero de muchos goles, más bien me sacrificaba para arrastrar marcas y dejar que otros anotaran, por eso siempre funcioné tan bien con Roberto Linares, el mejor delantero en los últimos cinco años. Pero se dejó de creer en mí, no tuve la suerte de definir en algunos momentos. La Comisión hace rato me veía como un líder negativo. En un grupo donde todos obedecen y alguien no está de acuerdo porque tiene una opinión diferente, es visto con malos ojos. Luego, no me convocaron para los amistosos ante El Salvador y Panamá”.
¿Cuáles pudieran ser las motivaciones para que regreses al fútbol? “Una
Comisión nueva, que tuviera motivaciones distintas, que sienta como nosotros,
nos diera la cara ante los problemas, que haga las cosas de forma distinta,
porque llevamos mucho tiempo con un mismo método y no funciona (…) jugando a
domicilio solamente no vamos a avanzar. Esa Comisión debe hacer que los
jugadores nos sintamos bien económicamente, que nos sintamos profesionales,
pero no hablo de grandes cantidades de dinero, sino de ser respetados por lo
que hacemos, esa sería la motivación ideal para cualquier atleta”. De ahí
saltamos a las Copas Digicel, nunca la habíamos ganado aún siendo favoritos. Me
aclara que la culpa es de los atletas”… por falta de un evento competitivo
fuerte no hemos sabido llegar. Juegan los equipos cubanos siempre un primer
tiempo muy bueno y pierden la concentración por falta de oficio en el
complementario, de ahí que no seamos campeones nunca de este evento, teniendo a
veces los mejores hombres por posición”.
Parte II: Fútbol cubano, migración y sueños.
Parte II: Fútbol cubano, migración y sueños.

Creí ilógico conversar con un atleta que ha visto la deserción de muchos compañeros y no tocar el tema. Si alguien sabe qué siente un equipo cuando le faltan jugadores es él, pues ha vivido el fenómeno con la selección mayor y con la olímpica. Comenzamos con Maikel Galindo, que abandonó la concentración en la Copa Oro 2005.
“Para mí
no afectó la salida de Galindo el estado de ánimo del equipo, porque en ese
momento ya no había nada que hacer. Perdimos 4-1 ante Estados Unidos y 3-1 ante
Costa Rica. No significaba nada el partido ante Canadá. Para 2007 era otra la
cara, teníamos un nuevo técnico, para mí el mejor que hay en Cuba, y una nueva
generación, excelentes jugadores que no tenían miedo de enfrentar a rivales
superiores. Recuerdo que los más jóvenes llegamos la noche anterior por
problemas de pasajes y nos acostamos a la una de la madrugada para jugar al otro
día a las siete de la noche, pero eso no influyó en nuestro estado de ánimo. Se
jugó y al final México nos empató y dio vuelta al marcador. Luego vino el
partido ante Panamá. En ese momento ya nos había abandonado Lester Moré, que
realmente no tenía las mismas motivaciones con la selección, no era siquiera
regular, pero después de los panameños, Osvaldito Alonso, un pilar en el
mediocampo junto a Colomé, dejó el hotel. Salimos ante Honduras no
desmotivados, pero sí desconcentrados. No sabíamos qué pasaba, dónde estaban,
qué había sido de sus vidas. Además hubo que hacer cambios extras, yo me había
sentido unas molestias en la espalda y no pude ser titular, hubo un jugador
suspendido por tarjetas (Silvio Pedro Miñoso) y Clavelo jugó con un tobillo
casi inutilizable, si le sumamos la poca experiencia de los que suplieron esas
ausencias, sumemos y ahí verás el resultado”.
El rostro se le tornó triste. Ya
imaginaba a qué meta tenebrosa estábamos a punto de llegar. Preolímpico de
CONCACAF, fase hexagonal, año 2008. Antes de esa fase, la selección olímpica
llevaba un paso impresionante. Saldo de 25 goles a favor y uno en contra. Entre
Linares y Leo se repartían veinte de esos goles (12 de Linares y 8 de Leonel).
Apenas llegan a suelo norteamericano, el primer reto: Estados Unidos. El
partido termina empatado. Al día siguiente, la pesadilla. Siete jugadores y un
preparador físico abandonaron al equipo.
“Desde que llegamos nos decían que
desertáramos, que nunca le ganaríamos a Estados Unidos. Estábamos muy nerviosos.
Nos anotaron un gol, Edú, y a partir de ahí, perdimos el nerviosismo. Linares
empató casi al final del primer tiempo, y después las cosas nos salieron bien.
A Roberto le sacaron roja por doble amarilla. Terminamos muy cansados pero
contentos. Así llegamos al hotel y a la hora de la cena, cinco jugadores
abandonaron al grupo y por la noche, en la conversación de la selección nos
enteramos. Fue un golpe muy duro porque los que dejaron la concentración eran
titulares, entre ellos el que para mí fue el mejor jugador del partido, Pepe
(José Manuel Miranda), un tremendo portero y persona. Jugadores suplentes
tuvieron que llenar el hueco dejado, y cargar con el enorme peso de estar en un
preolímpico, más tantos cambios y ante Honduras. Entonces, antes del partido,
otros dos compañeros y un preparador nos dejaron también. Llegamos al juego
ante Honduras con diez hombres. Existe una foto que nos marcó para siempre la
vida donde estamos nosotros en el campo, el banco con los preparadores que
quedaban y una bandera cubana en los asientos. No había nadie más. El mismo
público que antes nos había dicho que nos quedáramos, ahora nos aplaudía todo
el tiempo, se dieron cuenta que íbamos a jugar, que lo dábamos todo en el
terreno, que no regalaríamos nada. El día antes, Luís Hernández, el Comisionado
Nacional, nos preguntó qué queríamos hacer. Nosotros le dijimos que jugar, a
eso habíamos ido. Había cuatro jugadores con calambres del agotamiento, otros
dos jugaron cojos, lesionados. Aguantamos hasta el minuto 70. Después vino
Panamá, ya con Roberto, pero no podíamos más. Perdimos 4-1. Regresamos once”.
Ese mismo año Cuba enfrentaría un reto mayor:
la eliminatoria rumbo al mundial de Sudáfrica 2010. La Comisión Nacional
cree que en ese momento, la selección llevaba la imagen de un técnico
extranjero, y traen al alemán Rainold Fhanz.
“No creo que una selección lleve
la imagen de un técnico, porque los que juegan son los atletas. Sí necesitan un
sello. A pesar de perder jugadores, había en Cuba otra buena cantidad para
hacer un equipo. De Fanz aprendí mucho a ser un profesional, a llegar temprano
a los entrenamientos, usar los tacos adecuados, tener responsabilidad para
descansar, pero desde el punto de vista futbolístico, creo que chocaba la
idiosincrasia del fútbol alemán, más fuerte, de trazos largos, con la nuestra,
que aunque no tenemos estilo propio, tenemos una picardía distinta, otro
estilo, costumbres de jugar con técnicos cubanos. Creo que no hubiésemos
clasificado, pero sí un mejor papel. Recuerdo que jugadores claves como Pedro
Faire, Alaín Cervantes, que eran titulares desde hacía muchos años, maduros,
competitivos, dejaron de serlo para dar paso a otros talentosos, que no estaban
listos para enfrentar a equipos de alto nivel, solo porque diferían de él, o no
jugaban como a él le gustaba. No había tiempo para enseñar a los nuevos. Cambió
muchas cosas en un equipo que en dos o tres meses debía enfrentar un evento
mayor”.
Durante esa eliminatoria, otros dos jugadores necesarios para el fútbol
cubano, no así para el técnico alemán abandonaron la concentración en suelo
norteamericano, Reinier Alcántara y Pedro Faife.
Parte III: Pienso que…

“Soy poco optimista, como ex atleta, para la próxima
eliminatoria. Creo que ya es hora de que ocurran esos cambios de mentalidad,
para que los atletas se sientan con el poder de lograrlo, de jugar y ganar.
Ahora, desde el punto de vista de un aficionado tengo mucha esperanza por los
nuevos talentos y los jugadores veteranos, además confío en el cuerpo técnico”.
Me dice el eterno 19 que sus amigos prefieren ver el fútbol internacional al
béisbol, lo que me llevó a otra pregunta: ¿Alguna vez se acercó algún club
interesado en tus servicios?
“No tanto como un club, pero si muchas veces se
acercaron personas para que nos quedáramos o para que hablásemos con la Comisión para que nos
dejaran jugar en clubes. Recuerdo que en el preolímpico se nos acercó un señor
que decía ser representante de Argentinos Juniors y de Newells Old Boys y que
estaba interesado en hablar con el gobierno cubano para que cinco de nosotros
nos probáramos allá, también en Alemania se no acercaron varias personas, pero
no específicamente un Club” “… muchos jugadores cubanos tienen posibilidades de
jugar en la liga mexicana, en la española, en la francesa, en la alemana.
Imagino por ejemplo, a Jaime Colomé jugando en la liga francesa, a Marcel
Hernández y Maikel Chan, donde ellos quieran, a Cervantes en el Madrid, y no le
pesaría porque es el jugador más adaptable que conozco”.
“Pienso que la salida
de jugadores al extranjero sería todo beneficios; miremos a los músicos, los
peloteros que han salido en otros momentos de su carrera deportiva; no creo que
un ser humano deba ganar más de lo que realmente necesita para vivir, pero si
sería muy bueno para todos que los jugadores pudieran insertarse en
competencias de mayor nivel. Es necesario jugar al máximo nivel todo el año o
te estancas, además, el fútbol en el mundo se desarrolla, se juega todo el
tiempo y al mundial solo asisten 32, por lo que es imposible que jugando solo
en casa y sin muchos partidos internacionales, pretendamos clasificar. Creo que
deben hacerse acuerdos económicos con los clubes, para que el atleta tribute al
Estado y gane lo suficiente, eso nos motivaría y elevaría la calidad (…) Si
algún día yo saliera de Cuba y me llamara la selección, vendría rápido, no solo
yo, cualquiera de los que desertaron, porque aunque lo hayan hecho, somos cubanos,
y lo hicieron por ayudar a sus familias económicamente, por jugar en torneos de
mayor nivel”. Siento un gran respeto por la afición; la afición son mis
amigos, aquellos que me enloquecen y me preguntan cuándo Cuba va a clasificar,
mis padres, la gente del barrio, los compañeros de la Facultad de Lenguas
Extranjeras donde curso un tercer año. Ellos fueron los que empezaron a corear
mi nombre ante Estados Unidos y después la gente siguió” (…) “He tenido dos
grandes momentos en mi vida como atleta activo, de la primera acabamos de
hablar y la segunda, cuando me nombraron en el Todos Estrellas del preolímpico
de CONCACAF”.
Parte IV: La deuda eterna
Quizás no le dije algo a Leo. Esos muchachos del preolímpico de CONCACAF de 2008 son mis héroes. ¡Si señor! Creo que todos los cubanos tenemos una deuda eterna con ellos. Si fuesen peloteros los hubieran recibido con las calles repletas, con una gigantesca convocatoria popular, pero no tuvieron nada de eso. A ellos les debo una parte de mi identidad como cubano de Cuba, del honor y el privilegio de ser hijo de este país, con sus virtudes y defectos. Ellos han mostrado a Cuba y al mundo el verdadero concepto del coraje, del valor, de la verdadera “guapería” que es dar el frente a los problemas cuando se anda en desventaja. No cuando las tenemos todas, así no tiene mérito. A cinco años de esa hexagonal frustrada, no es tarde para rectificar. Muchas gracias Leonel.
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