lunes, 19 de agosto de 2013

La Feria Hospitalaria



LA FERIA HOSPITALARIA

Por Mario Herrera
 Quien quiera saber de lo que hablo, debe tener un familiar ingresado en un hospital cualquiera de La Habana, o, en su defecto, trabajar en él.
 Lo cuento por estar en el primero de los casos. Estas dos noches con sus respectivos días en una misma habitación han hecho que me fije en algunas cosas, y las otras… “¿Alguien quiere caramelos, sorbetos, africanas, pastelitos?”…las otras, como decía, te llegan solas.
 El trato afable del personal técnico y profesional de la sal… “¡Vaya galleticas, cucuruchos de maní garapiñao, toallitas húmedas, íntimas!”…de la salud… “¡Helado Coppelia!”…es reconfortante en un lugar en el que, salvo rarísimas excepciones, uno llega contra su voluntad y llevado siempre por una fuerza mayor… “¡Vamos, tu merienda SEPSA  aquí!”… “¡Pero esta no tiene queso!... ¿Y qué usted quiere que le haga, mi vieja?... Que no me engañe. Yo así no compro. ¡Devuélvame mi dinero!”…y hay cosas que cuando viene a por ti, no puedes esquivarlas.
 … “¡Refresquito de latica frio!”…Así puede pasar a cualquier hora, con o sin médico con la discusión de casos acompañado de los estudiantes en el cuarto. De nada sirve tan buen trabajo de los señores del hospital, con todas las prohibiciones alimentarias lógicas de cualquier convaleciente… “¡Vino Fortín a veinticinco!”…
 ¿Ven de lo que hablo?

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