LA FERIA HOSPITALARIA
Por Mario Herrera

Lo cuento por
estar en el primero de los casos. Estas dos noches con sus respectivos días en
una misma habitación han hecho que me fije en algunas cosas, y las otras…
“¿Alguien quiere caramelos, sorbetos, africanas, pastelitos?”…las otras, como decía,
te llegan solas.
El trato afable
del personal técnico y profesional de la sal… “¡Vaya galleticas, cucuruchos de
maní garapiñao, toallitas húmedas, íntimas!”…de la salud… “¡Helado
Coppelia!”…es reconfortante en un lugar en el que, salvo rarísimas excepciones,
uno llega contra su voluntad y llevado siempre por una fuerza mayor… “¡Vamos,
tu merienda SEPSA aquí!”… “¡Pero esta no
tiene queso!... ¿Y qué usted quiere que le haga, mi vieja?... Que no me engañe.
Yo así no compro. ¡Devuélvame mi dinero!”…y hay cosas que cuando viene a por
ti, no puedes esquivarlas.
… “¡Refresquito de
latica frio!”…Así puede pasar a cualquier hora, con o sin médico con la
discusión de casos acompañado de los estudiantes en el cuarto. De nada sirve
tan buen trabajo de los señores del hospital, con todas las prohibiciones
alimentarias lógicas de cualquier convaleciente… “¡Vino Fortín a veinticinco!”…
¿Ven de lo que
hablo?
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