Por: Mario Herrera
Como ya ustedes
conocen, amigos que siguen este modesto espacio, la alegría que tenemos los
cubanos por el anuncio de la reanudación de las relaciones cubano-norteamericanas
es tremenda.
El Presidente
Barack Obama ha dicho cosas en su discurso interesantes y esperanzadoras para
nosotros. Raúl ha sido más cauteloso en sus declaraciones públicas al respecto
y deja ver bien claro la intensión de que las relaciones se trabajen a partir
de las normas del Derecho Internacional y todas las convenciones habidas hasta
la fecha que rigen la materia, con énfasis en el respeto mutuo.
Sin embargo no
puedo dejar de preguntarme cosas: ¿cambiará realmente la política con respecto
a nosotros o sencillamente la estrategia? ¿Por qué ahora?
Un día después del
anuncio más espectacular de los últimos veinte años en materia de política, se
suman los norteamericanos a una campaña contra Venezuela y la sancionan con la
misma fuerza con la que antes cuestionaban a nuestro país. Por eso me surgen
dudas.
La izquierda
latinoamericana está atravesada en la garganta del gobierno estadounidense como
espina de pescado, y sabemos la influencia de Cuba en ese cambio del sur de
nuestro continente que debe ser aprovechado para bien sin los rezagos de malas izquierdas
que hemos visto por años en distintos países “socialistas”, como los que vimos
en Europa del Este, la URSS y Cuba.
Pero pienso un
poco y se me ocurre que tras cincuenta años de una manera de hacer las cosas y
fracasar una y otra vez, el cambio tiene como objetivo convertir a Cuba en el
Muro de Berlín. Se cae Cuba, colapsa la Izquierda latinoamericana.
He leído cosas de
los negociopositores cubanos radicados aquí, no a Yoanis Sánchez, sino a los
mejores preparados, y parece que hay intensiones de intensificar la subversión
interna a partir de la intelectualidad. Eso necesita dinero. Sabemos que se
destinan unos cien millones anuales para ese tema en la Florida. Me pone a
pensar que quizás Venezuela sea una cortina de humo y nosotros su verdadero
objetivo.
El punto clave
está en que como hemos “resuelto” un conflicto tan longevo, la política
internacional y las declaraciones tienen un hilo muy fino que da margen a
determinadas actuaciones.
Sin las restricciones será más fácil la
entrada de todo tipo de agencias y personas. Si Estados Unidos comienza a
negociar directamente con Cuba, los precios de muchos productos necesitados por
nosotros bajarán de forma considerable y caerán mercados de países aliados como
China, Rusia, India, Irán, Brasil, Venezuela, así que se matarán varios pájaros
de un tiro.
Pero igual me
alegro aunque me preocupen las cosas tal y como están.
Ojala esté equivocado, nada me haría más
feliz. Y lo digo por las familias cubanas que serán las principales
beneficiadas en el proceso, por la unión de estas, porque ya no pagarán
seiscientos dólares para venir a un viaje que no pasa de cincuenta si fuera
otro el destino. Me alegro por nosotros que tendremos que aprender a vivir sin
el Embargo, sin la excusa del Embargo para justificar la incompetencia de los Insensócratas;
me alegro porque al fin y al cabo será beneficioso y un alivio.
Me alegro por los cinco
que ya están con sus familias, y por Alan Gross que regresó a casa cuando había
perdido las esperanzas y unas cuantas libras.
Espero con toda la
esperanza del mundo que sea el regreso de la cordura. A Estados Unidos le
conviene más estar aliado a la Izquierda latinoamericana que pelearse con ella.
Repito, ¡ojalá
esté equivocado!
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