Sádicos Gastronómicos III
Por: Mario Herrera
Les juro que no la
tengo tomada con ellos. Son ellos los que la tienen tomada con la inteligencia
humana, con las buenas costumbres, con el arte del buen servir.
Ahora ya no basta
con el maltrato. La nueva moda es un diez por ciento más pedante. Hace unos
días quise celebrar junto a mi compañera de vida. Nos rompimos la cabeza para
encontrar un lugar donde ir a comer, lugar que fuera bonito, con buena comida y
acorde a nuestro presupuesto festivo, un poco holgado pero no sobrado. Vamos,
lo que en buen cubano llamamos un lugar bueno, bonito y barato.
Y lo encontramos.
Tenía que trabajar hasta tarde así que me llamaron para cambiar el plan de
irnos al punto A, para ir al punto B, en un restaurant que pertenece al
legendario cabaret Tropicana.
Al principio dudé,
la fama de caro me golpeó como olor a chicote en una primera cita, pero recibí
la confirmación de que era accesible a nuestro presupuesto. Y así las cosas,
nos fuimos para allá. Además quedaba más cerca de la casa.
El lugar estaba
desierto. Entramos, nos sentamos y qué cará, hoy nos gastamos el cincuenta por
ciento de nuestros salarios en conjunto pero vale la pena la ocasión. Y resultó
que no era tan caro, para los precios que hoy se ven por ahí. Y nos atendieron
de maravilla, la comida exquisita, rápido todo, la cerveza bien fría y no eran
copias, en fin, todo bueno, bonito y barato.
Qué lindo luce, ¿verdad?
Pues no. Porque cuando llegó la cuenta veo que o no sé nada de matemáticas o
realmente algo no andaba bien. Y era el dichoso diez por ciento. Resulta que
ahora además de pagar la comida y el servicio, hay que pagar un diez por ciento
de propina, ¡obligado!
¡Pero ya esto es
el colmo! ¡Y ni te avisan! Nada, que la ocasión no merecía echarse a perder de
esa manera, así que pagamos y nos fuimos con el humor que nos caracteriza y la
burla, pero igual, no regreso más a ese lugar.
Hago el comentario
y todos mis amigos me dicen que eso es historia antigua, que hace rato que se
hace, que si en el Barrio Chino hace tres años, que si tal o más cuál
restaurant, en fin, que ha llegado el fin de la decencia.
No entiendo que
además de pagar lo que se me pide por cada plato, precio que debe incluir costo
de producción y pago a los trabajadores, también deba dejarles propina forzada.
La propina, según me enseñaron personas mayores, se deja si usted considera que esta es merecida por el servicio recibido.
No es una camisa de fuerza.
De todas formas la
hubiese dejado porque realmente fueron muy amables, sin embargo me molesta que
me quiten las cosas. Lo dicho, no regreso más.
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