Por: Mario Herrera
Cuba entregó su listado inicial de 28 jugadores de cara a
la venidera edición de la Copa Oro, que tendrá
por sede principal a Estados Unidos, con Costa Rica y Jamaica como locaciones
alternativas.
Los nuestros jugarán el primer encuentro, ante México, el día
sábado 15 de junio, en el Rose Bowl de Los Ángeles. Su segunda presentación
será frente a Martinica, en Denver, el miércoles 19 y cerrará versus Canadá el
lunes 24, en Charlotte.
Por increíble que le parezca, la lista la hemos
conocido a través de la página oficial de CONCACAF, debido a que las
autoridades de la Comisión Nacional no nos hicieron llegar el listado, una vez
más.
Por cierto, de los 28, ninguno entra dentro de esa estrategia aprobada por
el estado, de llamar a los nacidos en Cuba, y migrados desde niños, o que son
descendientes de cubanos pero prefieren jugar por nuestro país, e incluso,
aquellos formados por nuestro sistema y que migraron de manera legal y ordenada,
se consiguieron un contrato por sus medios, y no esperar las demoras habituales
en estos procesos, de nuestro país, que son, por cierto, únicas en el mundo.
Tampoco están jugadores que participaron y tuvieron una excelente actuación en
la final de la liga nacional.
Entre estos ausentes, Jorge Villalón, líder de
goleo del torneo, o los jóvenes Elder Noda, o Alejandro Peraza… Eso, para no
mencionar a Roberto Peraza, del Jarabacoa dominicano, Alberto Gómez, “Beto”, o
Eugenio Palmero, del Atlético Vega Real. Los tres, en ese grupo que no prefirió
esperar.
Pero, punto y aparte, como Noda y Alejandro entran en la categoría sub
23, puede que integren la preselección olímpica que se prepara rumbo a la
eliminatoria a Tokio 2020.
La Comisión decidió no hacerle caso al entrenador
cubano, Raúl Mederos, o a todos los que defendemos la presencia de los mejores
jugadores cubanos elegibles para el equipo patrio, y francamente, lo más
preocupante es la ausencia de explicaciones convincentes y reales al respecto
por parte de las autoridades pertinentes.
La final del nacional de futbol
demostró varios elementos que siempre hemos defendido en este espacio: el
primero, cuán profundo puede llegar a ser el proceso de colonización cultural
en nuestra sociedad, que defiende tanto el futbol, pero es incapaz de
movilizarse para apoyar a un equipo importante en la historia de este deporte
como La Habana, por demás, la capital del país. Santiago fue, en ese aspecto,
la otra cara, pero dejó la mala imagen de los campos de futbol en Cuba.
Pero ambos duelos demostraron que sí
se juegan al futbol, que sí hay futbol, y las transmisiones llamaron a muchos
incrédulos a apoyar también nuestro balompié.
De nada sirve que nosotros
queramos y los que deciden, no hagan más de lo que saben hacer.
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