lunes, 26 de enero de 2015

Triatlón de La Habana



Por: Mario Herrera

Llegadas diferentes
 
 Desde el día anterior se sabía que iba a ser difícil. Ya estaba hecho el anuncio de la lluvia pero no cuándo caería. Para los europeos era la bendición que les resguardaba de un calor molesto. Para otros, la noticia no podía ser peor pues no les permitiría disfrutar del circuito y algunos ni estaban enterados.
 El amanecer se mostró gris. La carrera se suponía empezaba a las ocho y treinta pero demoró lo habitual. Nunca se dijo si era ocho y treinta hora cubana, pero empezó.
 Las triatletas se lanzaron al agua transparente y fría, nadaron sus setecientos cincuenta metros.
Veintiuna mujeres de hierro entraron al canal en la Marina Hemingway, todas terminaron el tramo. Salieron por la alfombra azul, sacaron sus bicicletas del lugar correspondiente y me montaron a rodar veinte kilómetros en un circuito de cinco que las haría salir de la propia marina hasta Jaimanitas.
 Al terminar, cinco kilos más de carrera. Tras una hora, cuatro minutos y veintitrés segundos, la norteamericana Renee Tomlin se quedó con la cinta de ganadora. Diez segundos más tarde entró Kirsten Kasper y faltaban cinco segundo para que llegara al uno cero cinco Tamara Gómez de España.
 La cubana mejor ubicada fue Lisandra Hernández con 1:06:35.
 La prueba terminó con atletas cansadas, fatigadas y otras precisadas de asistencia médica.
 Les tocó el turno a los hombres. El cielo cada vez más negro. Se tiraron al agua. Las mismas medidas. La misma historia acelerada. Cientos de ciclistas y personas ajenas observaban, aplaudían, empujaban con el ánimo a las y a los rezagados. El borde de la calle parecía una exhibición de bicis de todo tipo, marca, colores; todas listas para un sprint en cualquier momento y sus dueños en todas las categorías y edades.
 Pero lo que nadie quería, llegó. En la segunda vuelta de la carrera ciclística explotó la carga celestial del aguacero, viento cruzado y bajón de temperatura.
 Ya un atleta de Estados Unidos había abandonado la carrera tras un accidente que le dejará un raspón por un buen rato. Muchos de los espectadores y cuerpo técnico se refugió donde pudo. Las cámaras de la televisión aguantaron estoicamente el cambio climático y solo protegieron sus equipos sin acordarse de ellos mismos.
 La carrera continuó bajo esas condiciones. El mexicano Rodrigo González llegó primero tras cincuentaisiete segundos y cuarentaisiete centésimas. El italiano Daniel Hofer y el irlandés Bryan Keane quedaron en los puestos dos y tres y Michel Márquez fue cuarto y el mejor ubicado por los cubanos.
Tras terminar la prueba y con el clima como estaba, los entripados crono metristas habían perdido la posibilidad de tener los tiempos parciales por prueba debido al aguacero y solo pudieron computar los tiempos finales.
 Pero el comité organizador tenía un problema serio. ¿Se podía o no seguir con la siguiente prueba una vez que ya la élite estaba terminada? Era un movimiento de curiosidad tremendo. Se consultó a los que mejor conocen el clima, los marineros. El Jefe de los capitanes de yates de la Marina los consultó y ellos le dieron un ultimátum de dos horas para desarrollar la prueba.
 Como estaban las cosas decidí irme pues no tenía transporte de ningún tipo que me llevara cerca de la ciudad y menos aún de mi casa. Seguía gris oscuro y a punto de ponerse más negro el cielo. Se escuchó por el audio local la orden de ir al punto de salida de los del Open. 
 Aquí les dejo ahora con muchas fotos.





























































































































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