Por: Mario Herrera
Hay cosas que se las traen. No sé, se me
ocurre pensar en eso que tanto hacemos los cubanos que es irnos por el camino más
difícil. Vale que el facilismo sea una vía horrible pero no hay que exagerar.
No digo que nos rindamos ante las dificultades
pero, señores, no es lo mismo crear para facilitar lo bueno que “crear” para
dificultar lo básico. Supongamos que usted puede diseñar una señal que indique
el sentido de una calle. ¿Qué se le ocurre? Como es lógico, un rectangulito
azul con una flecha blanca que cumpla la función de indicar a dónde va la calle. Pero no, a nosotros eso nos es muy
poco desafiante y preferimos por “falta de recursos” garabatear un cartón con
un letrero que dice algo más o menos así: “Estimado
conductor (educado y todo), esta es
una calle que lo llevará al sur de la ciudad. Siga las manecillas del reloj cada
dos esquinas para orientarse del tráfico que cruzará en cada intersección”.
Pero es que somos así de complejos. Usted va a
Coppelia (si es extranjero le advierto que puede ser traumático porque no tiene
nada que ver la atención incalificada de
ahí con lo que probablemente acostumbra en su país de origen) y demanda, exige,
vaya, le echa la bronca a los sádicos gastronómicos porque te sirven un helado
hueco (otra vez, si es extranjero, ni pierda el tiempo con la pregunta qué es
un helado hueco), ¿y quién cree Usted que sale derrotado? Respuesta correcta,
Usted mismo, y todo porque nadie más lo apoya a pesar de que todos se
beneficiarían. Pero es que a esa hora se ponen a pensar “pobrecito(a) el
infeliz camarero(a) que solo lucha sus kilitos”, a expensas de mi salario y del
suyo también.
Lo mejor que han inventado son las guagüitas
de cinco pesos en La Habana. Desde
que salieron soy un asiduo cliente de ese medio de transporte, con su aire
acondicionado y sus asientos disponibles, y nadie de pié… bueno, rectifico. A
cada rato los conductores te suben a pasajeros que viajan de pié a pesar de que
no pueden hacerlo. Hace unos días iba en una, el Chofe tenía puesta a buen
volumen, bajo, música puramente Cristiana. No tendré jamás nada en contra, es
su fe, pero Cristiano y todo se llevó a unos cuantos parados que llegaban a
molestar, y no precisamente gratis y por ayudar, que les cobró sus cinco
cañitas a cada uno; si se quedaba alguien en una parada, se sentaba un parado y
a subir otro al “paro”.
Para quejarse de estas cosas hay ejemplos de
sobra, pero les juro que nada supera a nuestro viejo amigo El Insensócrata. Siempre
incompetente y autoritario. Si tiene que intervenir en un asunto de su interés,
digamos, solucionar un problema técnico para que tal evento se efectúe, pues
dice que ese no es un torneo organizado por él, que se vaya al diablo la
televisión no es asunto suyo. Si ya se trata de una competencia de envergadura
internacional, pues bueno, a gastar lo menos posible y la cuestión es que
salga, no la calidad, sino la cantidad. Las cortinas están feas pero el evento
se dio. El podio es el mismo de hace trescientos años y sigue ahí, todo feo y
desvencijado pero el evento se dio y fue un éxito. “Que Nosotros nunca dijimos
que los refuerzos eliminarían a cinco jugadores del equipo que los recibe sino
que se suman”, que tal o más cual atleta es un inmoral y “nunca le debimos un
centavo, además nos preocupamos de su salud”.
La verdad, a veces para qué seguir, somos así
de complicados y nadie hace nada por remediarlo.
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