Por: Mario Herrera
Uno puede enorgullecerse cuánto quiera de ser cubano pero
cuando se trata de decepciones, te atacan como una puñalada trapera y sientes
que la cubanía se pierde.
Estaba en cierto
lugar y como siempre ocurre un video tenía acaparada la atención de los presentes.
Una señora no muy bien de la cabeza bailaba en la entrada al Barrio Chino de La
Habana; mientras se quitaba y se ponía la ropa una y otra vez al ritmo de la
música de una cafetería en divisas al frente, un público con cámaras y móviles
grababa el “recuerdo” de semejante show.
La gente aplaudía y promocionaba con gritos de
“¡Dale! ¡Quítatelo!”
De la nada salió un señor moreno, con un short, pullover
blanco, tenis y gorra. Se paró detrás de la “Striper”, se sacó lo suyo y el
público como si fuera el momento climax de un mal performance, gritó feliz y
los gritos cambiaron “¡Cómetela! ¡Házselo!”
La “dama” se
doblaba y a plena tarde el sujeto tuvo lo suyo, delante de varias personas que
lo grabaron y gozaron.
Cerca de seis
minutos y ni un policía en una zona caliente dónde siempre hay, pero nada.
Y la gente, me
pregunto qué demonios le pasa a la gente. Ya no basta dejar que la pobre mujer
se desnude sin llamar a alguien que realmente la pueda ayudar sino que hasta
celebran un delito de violación, porque tener relaciones sexuales con una
persona con problemas psiquiátricos, vamos, aprovecharse de esa condición es
causa de delito. Pero no, la gente celebró el hecho.
Escribir más me
enferma. Ojalá ese video llegue a manos de autoridades que hagan algo al
respecto.
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