Por: Mario Herrera
A principios de noviembre, el
programa Futbol por Dentro, del canal Tele Rebelde, nos proponía un tema
interesante: un cambio de políticas en la convocatoria de las selecciones nacionales
de futbol en nuestro país; algo que rompía con normas jurídicas que databan de
los años sesenta.
En esencia, por primera vez, se tendrían en
cuenta a cubanos nacidos o criados fuera de nuestro territorio, no formados por
el sistema cubano, y aquellos que sí lo fueron, pero decidieron salir de Cuba,
de forma legal, y conseguirse un contrato por sus propios medios. Un cambio
radical y positivo.
Bajo esta nueva concepción, los cubanos o
descendientes de cubanos, migrados, en cualquier año, siempre y cuando lo hicieron
de manera legal, podrán presentar su solicitud a la Asociación de Futbol de
Cuba, que evaluará cada caso, puntualmente, desde varios puntos de vista, que
por supuesto, incluyen valoración deportiva. Ninguno tendrá que romper
relaciones contractuales para hacerlo, pero sí, acogerán nuevas obligaciones.
Nadie lo duda, un paso de avance que ha pasado
desapercibido por los grandes medios de difusión. Una fórmula que deberíamos
aplicar al resto de los deportes. Bajo esta nueva alternativa, veríamos el
regreso a Cuba de jugadores como Marcel Hernández, quizás el futbolista más
completo que ha dado nuestro país en los últimos diez años, y otros como Joel
Apezteguía Hijuelos, en la Serie D del futbol italiano. Más complejo será ver a
Jorge Luis Corrales, lateral cuya ficha pertenece al Chicago Fire de la MLS
norteamericana. Corrales salió legalmente de Cuba en 2015, y se probó en el naciente
Miami FC, de Paolo Maldini, bajo las órdenes de Alessandro Nesta; pero al
italiano no gustó y se deshizo de sus servicios, en la segunda división. Pero
le pinareño creció y forma parte parte ya, de la máxima categoría en Estados Unidos.
Solo por tratarse de ese país, Corrales es un signo de interrogación.
Sin embargo,
aunque feliz por tal decisión, quiero comentarle sobre otros deportes. Un
trabajo publicado en el portal ESPN, bajo el título “Una Aclaración Necesaria”,
fechado en febrero de 2016 y firmado por Damián L. Delgado Averhoff, cubano
residente en Estados Unidos.
El trabajo no deja de tener razón en algún
punto, pero trata de esconder otras razones.
Con motivo de la visita del ex presidente Barack
Obama, a Cuba, “Una Aclaración Necesaria” prentende negar el porqué los cubanos
que residen en Cuba, no pueden jugar en Grandes Ligas. Cito: “… me gustaría
hacer una aclaración sobre el argumento de que: por causa del embargo (bloqueo
para el gobierno cubano), o sea de las leyes estadounidenses, los peloteros de
la Isla no pueden jugar en las mayores sin romper con su país.
Ese argumento se ha generalizado. Y si bien es
parcialmente cierto, las culpas deberían ser compartidas. De este entuerto
ninguna de las dos partes sale impoluta”.
Más adelante cita al Dr. Antonio Castro: "… las leyes de Estados Unidos impiden a los peloteros cubanos
jugar en las Grandes Ligas sin romper con su país. Es decir, tienen que romper
los lazos con Cuba. Tienen que llegar a ser, si quieren o no, desertores.
Porque dicen que el dinero que gana un jugador de béisbol podría beneficiar a
La Habana. Eso es una locura (...)".
Lo que sigue,
es una especie de tratado sobre las relaciones cubanas con sus atletas, y
fundamentalmente, el voleibol.
Aclaremos algo:
El bloqueo económico, financiero y comercial del gobierno norteamericano contra
Cuba, sí impide, no es parcialmente correcto, sino completamente, que los
cubanos residentes en Cuba, puedan jugar en las Grandes Ligas estadounidenses.
Recordemos que ningún banco, ni el dólar estadounidense, pueden tener
relaciones normales con Cuba, por lo tanto, un pelotero cubano, que llegue a la
gran carpa, tendrá que haber roto las relaciones jurídicas que los conecten con
Cuba, para cobrar “los millones”, sí, esos que el mismo autor cuestiona por qué
no.
Durante la
edición pasada del Clásico Mundial de Beisbol, el Comisionado de las Grandes
Ligas, aseguró que Cuba podrá contar con los ligamayoristas para 2021. Logicamente,
si Cuba podrá contar con ellos en 2021, quiere decir que ahora no lo puede
hacer.
Pero hay otro
punto, “la bola” quedaría en campo de Cuba y, ¿qué hacer? El pueblo quiere
verlos otra vez con el uniforme de las cuatro letras, pero hay jugadores, que
se quedaron en Cuba, que no estan conformes con un supuesto equipo unificado.
Por otro lado,
convocarlos legitimaría algunos delitos que Cuba siempre se ha perseguido, con
tratados incluso, firmados y cumplidos con los propios Estados Unidos, como el
tráfico de personas, la falsificación de documentos, extorsión y demás, sino,
le preguntamos a Leonis Martín, o buscamos las informaciones sobre el juicio a
Bartolo Hernández y Julio Estrada. El tema es más complicado de lo que parece y
solo un análisis superficial daría una respuesta pronta. Si Cuba hace una
excepción, enseguida, Estados Unidos atacará políticamente a nuestro país por
cumplir las normas “siempre que le convenga”.
Caso diferente, muy diferente, el del
voleibol. Aquí, sí tiene razón el citado artículo. Los voleibolistas cubanos,
jugadores de clase mundial, migraron de Cuba antes de 2013, año en que cambió
la política y nació la posibilidad de contratarse en el extrajero. Todos ellos,
han regresado una y otra vez, a solicitar jugar por Cuba, han renunciado a los
pagos que normalmente reciben los atletas cuando juegan por sus equipos
nacionales y hasta se costearían sus gastos si fuese posible, solo por volver a
“ser cubano” en un evento internacional. Algunos llegaron a una edad, en que lo
más aconsejable era nacionalizarse o, perdieron la paciencia como Osmany
Juantorena con Italia o Wilfredo León con Polonia. El resto, quiere jugar por
Cuba. ¿Alguien necesita una muestra de amor más grande? Pero las cosas están
trabadas, sencillamente porque aun no nos hemos actualizado lo necesario. NO
podemos prentender que ellos regresen, dejen sus obligaciones contractuales
para hacerlas nacer otra vez, desde nuestro lado. Ese, es un error.
Y comencé por
el tema futbol y su cambio, porque, de aplicarlo a otros deportes, nos
beneficiaríamos mucho, y creceríamos como Revolución, en momentos de sumar y
multiplicar, cuando no nos podemos dar el lujo de restar, y dividir.
Y termino con
una aclaración personal. Coincido plenamente con la posición de no convocar a
quienes hayan abandonado a una selección nacional en un evento. No alegaré
cuestiones políticas, sino el hecho, que quien lo haya hecho, abandonó a sus
compañeros cuando más lo necesitaban. Preguntemos al Profesor Raúl González
Triana, si con los equipos de 2008 y 2015, no clasificábamos a los respectivos
Juegos Olímpicos, o qué habría pasado en 2007 y el propio 2015, durante la Copa
Oro.
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