Por: Mario Herrera
El inicio prometía cuando llegamos a la Universidad
de las Ciencias de la Cultura Física y el Deporte Manuel Fajardo y estaba el
ómnibus a la espera, listo para partir desde hacía ya un rato. Así que salimos
en tiempo, justo como estaba previsto. Destino: Las Tunas.
El aire acondicionado estaba fuerte y muchos
pasamos un frio endemoniado en una travesía hecha en la madrugada de viernes. Al amanecer hicimos una parada, salimos a
bebernos un café algunos, otros a desayunarse un pan con algo venido desde la capital
en el maletero.
Un par de películas simpáticas casi logran que
me pasara de donde debía bajarme, pero a tiempo pude ver entre las cortinas
corridas para evitar la claridad los portales tuneros que reconocía de viajes
anteriores.
Llamé a Raynol Paz, periodista y ex narrador
de la emisora provincial, Radio Victoria. Raynol me alojaría en su casa y me
daría la primera mala noticia: Por decisión de la dirección de la emisora, los
recursos económicos serían destinados a la pelota sub-23 y a nada más en las
transmisiones deportivas. Realmente fue un golpe duro.
EL resto del día lo pasé en la casa, con la
familia recién agrandada tras el nacimiento de Katy. EN la tarde nos fuimos a
los entrenamientos del equipo tunero de fútbol y compartimos un buen rato con
ellos.
El sábado traería un encuentro que tuvo mucha
intensidad, demasiado boxeo, y muy poco fútbol. Me fui con los jugadores del
conjunto local. La travesía hasta Manatí es larga y realmente me di cuenta que
como geógrafo soy muy malo.
Caminamos el terreno con pasto nacido no de
una disputa de los jugadores con los directivos de la provincia por la dejadez
y el olvido, sino por cuatro aguaceros y varios días de juego en otras
provincias. Si, hierba y baches. Buscamos las alineaciones iniciales y nos
sentamos donde habitualmente lo hace la prensa y los relatores de partidos.
El público llenó la gradería del Ovidio Torres
y los aficionados calentaban junto a los jugadores. Dos pequeños se pelaban a
trompones en el techo del túnel y una turba se divertía con el denigrante
espectáculo hasta que alguien se llevó de un tajo a uno de los peleadores, que
tres segundos más tarde subió de nuevo al mismo lugar y conversó con su rival
como si nada. Cosas de niños.
Temprano La Habana demostró que jugaba mejor,
y que Las Tunas no se dejaría maniatar por nada ni nadie. Un lamentable
accidente hizo que saliera del terreno Daniel Luis Saez. El choque de su cabeza
con la de uno de los centrales del local, más la caída y de nuevo, golpe en la
cabeza, sacudieron al mediocampista capitalino que perdió brevemente el
conocimiento. Cambio obligado. No habían pasado diez minutos y el central
Daniel Alarcó pasó sobre uno de los baches; tobillo torcido, hinchado, y para
afuera. Eso sí, los cambios, ofensivos.
Roberto Peraza entró por Alarcó, Yosvani
Vinnent fue atrás como defensa central, junto al cambio de Rubén Mendoza por
Daniel Luis, ponían a La Habana en posición de intentar mover los hilos del
juego. Pero Las Tunas tenía un plan diferente.
Lamentablemente la violencia, siempre pedante
a quien quiere ver un buen espectáculo, comenzó a decir presente. Los duelos de
Mendoza y los jugadores tuneros… es más, los duelos de violencia entre los
jugadores parecían no tener fin y la mano quedaba floja para el silbante que no
fue parcial.
Antes que nos diéramos cuenta, Yosvani Vinnent
anotaba de cabeza en su propia puerta (41´) cuando tenía opciones para no hacerlo,
pero aún no se adaptaba a la nueva posición de defensor.
El segundo tiempo comenzaba con un Habana que
quería el empate y lo logró con una excelente jugada de Osmany Montesinos (51´) que
muchos reclamaron falta, pero no lo fue. Tras ver el video varias veces
confirmamos nuestra versión. De ahí en lo adelante: menos fútbol, más ganas del
local, dominio alterno, un desinteresado en el deporte que solo escupía la
pelota si era banda para La Habana, o la
espalda de los atletas capitalinos.
EL
grito de “¡Ruge Leona!” del beisbol se trasladó a Manatí. Muy metido el
público.
Roberto Peraza mostró muchas cualidades y el
por qué lo considero el “Andrea Pirlo” cubano. Eso, antes de volverse contra un
agresor tunero y devolverle el derechazo al rostro y de hecho, ambos ser
expulsados.
En resumen, el uno a uno no se movió. Saludos
y vámonos.
Un duelo que merece punto y aparte lo sostuvo
Yusvany “El Puya” Caballero, defensa central de La Habana, y el delantero
tunero Maikel Celada. El Puya fue una sombra. Le habló al oído, lo molestó, le
quitó todas las pelotas. El público le gritó de todo, lo amenazó de muerte. EL
Puya se rió, les sacó la lengua, se besó el dedo, volvió a sonreír con la alegría de quien
no teme, y se los echó en un bolsillo a todos. Celada me confesaba después que
realmente el Puya lo sacó de paso y estuvo a nada de volver la persecución algo
más grave.
Otro que merece un aparte el Danilo
Torres. El portero suplente abrió titular y evitó las más claras del local: una
chilena espectacular (no puedo decir otra cosa) de Maikel Celada y otra atajada
a boca de jarro. Debo agregar que un referente como Yasnay Rivero (Pocholo),
salió al campo de juego con una descomposición estomacal que solo su férrea
voluntad de no sentarse hizo que saliera, aunque su aporte no se hizo notar
como de costumbre. EL último cambio habanero fue el de Eddy Sanamé por Andy
Baquero que pesó muy poco en el juego.
Los casi cinco mil aficionados que
visitaron el Ovidio Torres se fueron contentos con el juego, y molestos con los
pobres árbitros que soportaron los insultos y latas vacías lanzadas contra sus
cabezas por unos pocos desadaptados.
Hubo conga, hubo baile, hubo fiesta,
hubo goles y muuuuuucho talento rural (¿Cierto Raynol Paz?)
Al regreso conocía el resto de los
resultados. Perdía Guantánamo en Zulueta, ganaba Santiago a Camagüey, Ciego
remontaba a Cienfuegos y Granma no pudo llegar a La Isla, lo que provocó que
este lunes se decretara victoria para la visita y no para el local, pues no
pudo asegurar la transportación. Ese
es un tema que merece un artículo aparte.
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