Por: Mario Herrera
Cuba no pudo acceder al mundial de fútbol U-17 que será
en Chile este año. La final de CONCACAF
estaba fuerte para el grupo. Estados Unidos y Honduras a priori eran un
portón impenetrable para los cubanos que confiaban en lo que pudiera suceder
con Jamaica, Guatemala y Trinidad y Tobago.
El comienzo fue desastroso.
Un cero a cinco que nos dejó noqueados fue
la receta norteamericana. Una pésima defensa sobre todo por la banda derecha,
una incapacidad de conectar a las líneas, a los jugadores más allá de tres
toques. Un resultado que pudo ser peor si tenemos en cuenta que el arbitraje se
tragó un gol estadounidense por fuera de juego que no existió más una del “7”
que estrelló al poste derecho del portero cubano.
Pero la junta
directiva encabezada por Fidel “Jiqui” Salazar con la asistencia de Dariem
Díaz, Odelín Molina y compañía hizo lo que nadie pensó. Rearmó al equipo, cambió
las piezas que tenía que cambiar, levantó la moral y los hizo jugar nuestro
fútbol. Quizás no sea vistoso como el que consumimos a cada rato, pero es el
que se puede jugar.
Honduras de local.
Raro, peo no estaban repletas las gradas como uno esperaría pero sí había
bastante público, más de lo que estos cubanos ven habitualmente. Los hondureños
fueron con todo, tiros desde la larga, la media distancia. La segunda mitad
hizo lo suyo después de un tiro largo, la pelota picó delante del portero
Lázaro García, que dio rebote y Foslyn Grant anotaba para los catrachos al 50´.
De “7” a “7” vino la cosa cuando Raycharles Herrera empató tras un tiro libre a
la izquierda del portero veintiocho minutos más tarde. Final de la historia. ¡Era
posible soñar!
Jamaica nos había
ganado en la final del Caribe por el pase a discusión de título tres por cero.
Había ansias de desquite .No había pasado el minuto dos y ya los nuestros
tenían un penal en contra por mano involuntaria dentro del área de Serguey
Campillo pero Lázaro García estuvo fino y adivinó el error en el cobro. Había
juego. Jamaica parecía dominarnos y Cuba comenzó a demostrar peligro para ellos
sobre el minuto veinticuatro. De hecho tomó algunas acciones y niveló las
cosas. Eduard Puga aprovechó un centro y el sueño de los centrales jamaicanos
para el tanto inicial al 47´ y no habían pasado muchos segundos cuando nos
volvimos a acercar peor lo fallamos. Ellos nos igualaron con un gol nacido de
una buena visión periférica de su “17” que ante la salida del arquero y la
llegada de los defensores, abrió a su derecha para que entrara desde atrás Nathaniel
Adamolekun al 54´. Ambos arreciaron los ataques pero no hubo cambios.
Después venía
Guatemala. “Partido de puro trámite” decía algunos. Nada de eso. Cuba tuvo las
más claras. Cero a cero el final. Se acabó el sueño del mundial.
Cerrábamos con
Trinidad y Tobago que no lo había hecho bien en el torneo. Nos fuimos delante
al minuto 6´, Eduard Puga marcó la pelota que le empujó Yosniel González.
Trinidad no se quedó dormida aunque en la primera mitad fuimos superiores.
Kareem Riley al 65´mandaba un zapatazo que entraba como pelota por su puerta,
lindo disparo, fuerte, seco, rápido, pegado al palo izquierdo del portero,
imposible. Y se fuero delante al 71´ después que Noah Powder tirara a buscar
suerte y la encontró con el error de Lázaro García en el arco. Cosas del
deporte, salvas muchas pero también te tragas otras. Los cubanos no bajaron los brazos, tenían
dominados a los trinitarios y no se dejarían ganar. Y como en toda gran
historia, no podía ser de otra manera. El “Capitán” (¡qué gran Capitán!) anotó
de cabeza el empate ocho minutos más tarde. El poste, el intento de Raycharles,
en fin, Cuba a por la victoria.
No se pudo
clasificar. Pero estoy feliz con este resultado. Fíjense: estos muchachos
cuántos partidos juegan al año. Quizás unos
quince o veinte. Pensemos en qué condiciones, cada cuánto juegan con un nivel
superior, cuántos partidos internacionales oficiales o de preparación tuvieron
antes del evento.
Son muchas las
cosas que hay que trabajar en el futbolista cubano, la definición es un mal
desde la base hasta la primera división y la selección nacional; hay que buscar
las alternativas para que se juegue constantemente en todas las categorías. No
basta con clasificarse a la final de CONCACAF, eso debe ser el paso inicial, la
meta siempre debe estar enfocada en el mundial, los juegos olímpicos y avanzar
si se clasifica lo más posible. Si se logra clasificar estar ahí no puede ser
la meta.
Les digo, soy
feliz porque mostraron otra cara. Un corazón fuerte y un amor a la camiseta,
aunque no sea roja y no traiga ni escudo ni bandera ni logo de identificación.
Lo hicieron bien a pesar de no lograrlo. Gracias muchachos, gracias cuerpo
técnico.
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