Yoandy Leal: “Cuba ha salido de la élite por los dirigentes del voleibol”
Por: Abraham Jimenez
(Tomado de OnCuba)
Hasta hace tan solo unos meses atrás, todos los días, sin
excepción, Yoandy Leal levantaba su teléfono en Belo Horizonte y
telefoneaba a La Habana aunque fuera un minuto. Puede parecer rutina,
pero es a lo único que se pudo aferrar para desafiar la soledad.
En Cuba había dejado a toda su familia, de ahí que a diario intentara
encontrar en esas voces lejanas un bálsamo de aliento. No vio cómo el
mayor de sus hijos comenzó a caminar y del pequeño solo escuchaba su
llanto. Los dejó en la Isla para emprender su carrera como voleibolista
profesional. “Son la fuerza para estar aquí”, revela en un material
promocional de su club Sada Cruzeiro de Brasil.
Tiempo antes, Yoandy Leal era un puntal dentro del sexteto nacional
de Cuba, uno de sus auxiliares estrellas. Un tipo con un servicio
endiablado, con una defensa respetable y que contaba con recursos de
sobra para evadir, desde el aire, los dedos de los bloqueadores rivales
una vez que se elevaba para atacar. Un jugador al que el talento se le
desparramaba de los bolsillos. Un crack.
Pero Leal nunca fue del agrado de su director técnico Orlando
Samuels. Tal vez porque en algún que otro momento decisivo, digamos que
en un match point, cuando el Coliseo de la Ciudad Deportiva se volvía un
volcán en erupción y la Mikasa volaba de un lado hacia el otro de la
cancha para encontrarlo, si no era bloqueado, su ataque iba más allá de
los límites. Incluso, cuando incrustaba su remate detrás de la nuca de
los bloqueadores en un alarde de plasticidad, con el giro inverso de su
torso para escurrirse por la diagonal corta, solo atinaba a celebrar con
reserva.
Leal era la mesura dentro del ardor de aquel plantel, una nota de
prudencia que saltaba a la vista. Quizás de ahí provenga la percepción
de Samuels. Mientras el resto de sus compañeros en cada acción positiva
se contoneaban en el mondoflex volteándose al público con rostro y
gritos de gesta, Yoandy asentía en silencio, con la misma procesión,
pero por dentro. Tras marcharte de Cuba, anclaste en el club Sada Cruzeiro de
Brasil. Coméntame un poco sobre los términos de tu actual contrato y del
salto que significó esta nueva experiencia.
Firmé con el club por cuatro temporadas, es decir, hasta finales de
2016 está pactado el contrato. Ha sido una gran experiencia, dura, pero
muy nutritiva profesionalmente. Para salir de Cuba tuve que estar dos
años sin poder jugar y eso me hizo las cosas más difíciles. El primer
año, por ser el de la adaptación, fue el más bronco. Tuve que
sacrificarme hasta lo último y entrenar el doble para recuperar la forma
deportiva que había perdido. Gracias a Dios, después he podido ver el
fruto de ese sacrificio, los resultados en la cancha me han reconocido
como uno de los mejores jugadores de la liga brasileña y en las dos
últimas temporadas me han dado el premio al mejor atacador del torneo. ¿Cuáles fueron los motivos fundamentales que te empujaron a forzar la salida de la selección nacional?
Fue una decisión extremadamente difícil, la medité mucho. Los
motivos, en esencia, son los mismos que empujan a todos los jugadores
cubanos a abandonar la Isla. En general, la falta de atención con los
atletas y la ineficiente remuneración económica acorde a nuestros
triunfos terminan por deprimirnos. Pero mi separación en particular
también estuvo condicionada por mi relación controversial con Orlando
Samuels, DT del equipo Cuba, quien nunca tuvo confianza en mí, siempre
negó mi talento y decía que no tenía la suficiente calidad para estar en
ese plantel. Con esa acumulación de cosas, no tuve alternativa, tuve
que marcharme. ¿Se podría afirmar que para la talentosísima generación de
jugadores a la que perteneces, el año 2010 fue un punto de ruptura que
ha condicionado la debacle que vive el voleibol actualmente?
En ese año, con un equipo lleno de jóvenes inexpertos, obtuvimos para
sorpresa de medio mundo el cuarto lugar en la Liga Mundial y el
espectacular subcampeonato del mundo de Italia. Después de esos grandes
éxitos y de ganarnos el respeto del planeta, todos pensábamos que el
trato y la atención para con nosotros iba a cambiar, que recibiríamos
algo de reconocimiento por poner el nombre de Cuba en lo más alto del
voleibol universal. Pero no, increíblemente, la cosa siguió igual y sin
perspectiva de cambios.
La Federación nos pagó dos años tarde el dinero que nos debían por
estos dos logros. Y así no se puede. A pesar de ser muy jóvenes, ya
muchos de nosotros éramos el sostén de nuestras familias y con un
salario de 8 CUC mensual que era lo que cobrábamos, no había quien
aguantara. Eso desde mi punto de vista, fue el detonante para que la
inmensa mayoría de ese equipo pidiera la baja de la selección nacional. Pero ahora Cuba, al menos teóricamente, está intentando
cambiar ese tipo de contrariedades con los nuevos cambios que han
introducido en la política deportiva. ¿Te parecen acertadas estas nuevas
disposiciones?
¿Qué deportistas que no sean los peloteros han podido firmar por
clubes en el extranjero? ¿Qué voleibolistas han materializado algún
contrato? Créeme, hasta ahora no he visto ninguno. En una entrevista leí
que Ariel Sainz, comisionado nacional de voleibol, hablaba sobre unos
supuestos contratos que se estaban manejando con la liga mexicana para
los jugadores de voleibol. ¿Dónde están los resultados? Además, es iluso
pensar que en México los cubanos vayan a elevar su nivel, de todos
modos espero que algún día puedan salir y demostrar la calidad de la
escuela cubana de voleibol. Por otro lado, en esta nueva política tampoco se habla de la
posibilidad de que la selección nacional pueda convocar para sus
compromisos internacionales a los jugadores cubanos que se encuentran
jugando en varias de las principales ligas del mundo. ¿Crees que
faltaría ese acápite?
Exacto, con eso se equivocan rotundamente. ¿Cuántos cubanos hay
jugando en las mejores ligas del mundo y con un rendimiento
espectacular? Los hay para hacer tres selecciones de calidad altísima
como mínimo. Si tú unes a todos esos jugadores, Cuba sería de los
mejores conjuntos que se pueden armar ahora mismo. Pero esa decisión no
es de nosotros, estoy seguro que muchos querrían jugar de nuevo por la
Isla y colocar a nuestro país en lo más alto nuevamente. En Brasil eres sensación, quizás, el mejor atacador auxiliar
de la liga. Eso ha llevado a que Bernardinho Rezende y la Federación
Brasileña estén intentando nacionalizarte para contar con tus servicios
en los Juegos Olímpicos de Río 2016. ¿Cuál es tu postura al respecto?
Eso he escuchado en la prensa brasileña que ellos están interesados
en contar conmigo. Pero mi prioridad es jugar por Cuba, eso lo tengo muy
claro, pero qué pasa, que si la Federación Cubana no logra
pronunciarse, no se deciden a llamar a los jugadores que están en el
extranjero, nosotros estamos obligados a seguir nuestro camino, uno
tiene que cumplir con sus sueños y el mío es ser un día campeón
olímpico. Y si no es por Cuba, lo intentaré por Brasil. Cuba en el reciente Campeonato Mundial ha terminado en un
puesto indecoroso que no se corresponde con la calidad real y la
potencialidad de nuestro voleibol. A la distancia, ¿cómo ves a la
selección nacional?
Cuba ha salido de la élite por los dirigentes del voleibol, ellos son
los culpables. No han hecho nada para intentar mantener a sus jugadores
contentos. Con una atención básica, la que los atletas de primer nivel
requieren y se ganan, nadie se iría de Cuba, ni de la selección. Pero
los que dirigen no se percatan de ello. ¿Con quiénes te gustaría compartir en el mondoflex en una utópica selección cubana?
Los acomodadores serían Raydel Hierrezuelo y Leandro Macías. Como
centrales ubicaría a Roberlandy Simón, Osmany Camejo e Isbel Mesa. El
atacador opuesto Michael Sánchez o podrían ser también Cepeda o Fernando
Hernández. De auxiliares, Yoandy Leal, Oreol Camejo, Osmany Juantorena,
Wilfredo León. Como libero Keibel Gutiérrez y el entrenador sería
Gilberto Herrera. En caso de una llamada de regreso a la selección nacional. ¿Darías el sí?
Habría que esperar, depende de muchas cosas. Lo que sí está claro es
que extraño ese Coliseo de la Ciudad Deportiva repleto hasta el techo,
ese público, la familia y mis hijos en las gradas, eso nunca uno lo
olvida. Por mi cabeza pasa todos los días esa imagen, el deseo de volver
a sentir esa excitación por vestir los colores de Cuba, solo que no sé
si podré lograrlo.
Recientemente
la Confederación Brasileña de Voleibol, respondiendo a una solicitud de
Bernardinho Rezende, entrenador de la selección nacional, consultó a la
Federación Internacional de Voleibol FIVB, sobre la posibilidad de
naturalizar a Yoandy Leal.
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