Por: Mario Herrera
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¿La clave? Amarrar a Robben. |
La verdad, si me
lo hubiesen dicho al inicio de esta Copa del Mundo de Fútbol que Argentina estaría en la final no
lo hubiese creído.
De veras. Pensé que
tenía posibilidades de avanzar pero hasta semis cuando más por lo accesible del
calendario para ellos. Después de verlos jugar me replanteé la posibilidad
albiceleste porque, la verdad, no convencían a nadie.
Esa delantera
temible, quizás por los nombres, no funcionó. La defensa estaba lenta no
mostraba ese dominio de antaño. Súmele la lesión de Ángel Di María. Sin
embargo, le faltaba ese juego, le faltaba defensa, le faltó fútbol, pero uno a
uno enfrentó a sus rivales. Derrotó a Bosnia con un gol en el último momento
que les salvó la vida, ídem con Irán y Nigeria.
El susto continuó
con los suizos y hasta un infarto provocaron en el estadio cuando una señora de
sesenta y tantos años falleció en las gradas de Sao Pablo. Con Bélgica anotaron
de carambola en un duelo que daba sueño, pero igual avanzaron.
Hoy, día de la
Independencia en la nación suramericana, los argentinos jugaron el mejor encuentro
hasta ahora. Por mucho que hablen de Romero y sus espectaculares atajadas en
los penales, para mí el trabajo más duro lo hizo Javier Mascherano. “El Jefecito” amarró bien corto a
Robben para no dejarlo crear ni tirarse.
Olvidarán rápido
el luto por la muerte de Alfredo Di Stéfano debido a la alegría de su
selección. No hay mejor homenaje para uno de los históricos de todos los
tiempos.
¿Qué no me gustó?
Los cambios, sobre todo el de Rodrigo Palacios por Enzo Pérez. Palacios no
aporta en el juego y cuando la tuvo, la falló. Maxi Rodríguez, aceptable y Kun
se olvidó la pistola en los camerinos.
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