Por: Mario Herrera
Volvió a suceder.
Varios miembros de la selección cubana de fútbol, esta vez, la olímpica,
decidieron no continuar viaje con el equipo en la aventura de llegar a Tokio
2020.
Hace años es lo
mismo: equipos van, equipos que se desarman. Estados Unidos es el paraíso del “No
Retorno”.
Los “jefes del
fútbol cubano” deben estar molestos, y podría decir que con algo de razón,
porque, a fin de cuentas, han utilizado al equipo patrio como trampolín de
viaje y luego, lo han dejado varado en medio del camino, sin, al menos,
terminar la encomienda que se les dio.
Pero, ¿y a ellos?
¿Quién les pregunta a ellos lo que querían para la vida? ¿Quién les habla con
claridad, sin miedos, de lo que les espera en realidad en la vida?
Muchas promesas
quedaron en el vacío, es un hecho. Me lo han confirmado jugadores en activo y
otros que ya no están. Muchos contratos se fueron a pique sin explicaciones, y
con la mentira generalizada a nosotros de que nunca sucedió, que nadie preguntó
por fulano o mengano. Tanto como nos lo han dicho, se los han hecho.
En casa, las
condiciones no son buenas. El torneo doméstico es cada vez peor, las promesas
de mejora son inexistentes, las oportunidades de ser vistos por ojeadores
internacionales son más increíbles aun, como la magia de todo número
multiplicado por cero.
Hay desmanes.
Muchos. Pregúntenles a ellos que nos lo cuentan para desahogarse, o con la
esperanza de que podamos ayudarlos en algo. A veces podemos y lo hacemos, otras
no.
He defendido por
mucho tiempo un criterio, que cada vez más entiendo que es un producto de un
idealismo, de un purismo, y que la realidad me corta de cacho en cacho para
aterrizarme los pies en pura sangre. Ya no puedo defenderlo más, y que nadie,
nadie de los que lee mi blog, me mencione patria, revolución o socialismo en la
primera oración, porque usualmente tiendo a pensar muy mal de ese tipo de
funcionario estatal; tiendo a ver esas frases construidas para detener
cualquier opinión en contra de la decisión como un acto de oportunismo extremo.
¿Se detendrá el
fenómeno? No lo creo. Será cada vez mayor.
¿Nos buscamos nosotros
mismos una intervención de FIFA en Cuba? Si. Sin dudas ese río suena por la
incapacidad de muchos funcionarios de prever el futuro, o que, quizás, era eso
mismo lo que buscaban para destrozar al “enemigo fútbol” de una vez y “salvar a
la pelota”. ¿Será una pésima imagen política, económica, deportiva? No creo que
a alguien se le ocurra pensar que no es así. ¿Es culpa de los chamacos, de los
jugadores que migraron durante tanto tiempo en cada selección que perdió
atletas en Estados Unidos, u otras partes? No sé. Pregúntenles, si tienen
coraje, a ellos.
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