NO dejó caer nunca una pelota; no dejó caer una niña |
Por: Mario Herrera
Sin que se me dé
mucho el sensacionalismo, quiero escribir sobre la decadencia de la sociedad
capitalina, o, al menos, una parte. Pero también pretendo reconocer a quien hace
caso omiso a semejante barbaridad, y nos muestra que se es un “Capitán” dentro
y fuera de un terreno de juego.
Ana López es una
niña real. Tiene un segundo nombre y apellido, pero solo gravé estos datos.
Tiene nueve años. Sufre de mala absorción de los alimentos, por lo que de
cuando en cuando, tiene ataques, y desmayos, que le perjudican la salud.
Hace poco sufrió
uno. Sin muchos recursos, su madre salió como loca a una avenida, con la
esperanza de que algún vehículo se detuviera y las llevara al hospital más
cercano. Pero Cuba ha cambiado, y en lo que antes todos corrían a ayudar, ahora
solo lo hacen los humanos. Y los taxistas por cuenta propia, los boteros, no lo
son en muchas ocasiones.
Piense usted en
una madre con su niña cargada, sin conciencia, desmayada. “No voy en esa ruta”,
era la respuesta común de “varios” boteros.
Pasó entonces el
excapitán azul, Carlos Tabares. Ese, el “56”. Pasó de largo con su esposa. Se
dio cuenta. Violó todas las leyes del tránsito cuando dobló en “U” una, y otra
vez. Paró justo delante. No preguntó. Se bajó del auto, corrió, abrió la
puerta, montó a la niña, encendió las luces en clara señal de solicitud de vía
libre por urgencia, y voló tan rápido… Llegó al hospital con el sonido del
claxon activado, en la búsqueda de ayuda especializada. Se bajó veloz. Abrió la
puerta. Cargó a la niña y la dejó en manos sabias.
La mamá de Ana
López fue a verme para que de alguna manera reconociera públicamente la actitud
del Capi 56. Se hará mañana en un espacio. La Revista Hola Habana le transmitirá
el agradecimiento públicamente.
Este es el espacio
que puedo utilizar para sumarme a ese agradecimiento, a ese reconocimiento. También
soy padre. ¡Bravo por Tabares!
Boteros…
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