Por: Mario Herrera
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Llegar a tiempo puede ser un problema |
Tenga una cita con un cubano en Cuba para que sepa lo que
es la puntualidad. Digamos que es a las nueve y media de la mañana. Si tiene
ganas de que así sea, siéntese y espere que se le pase.
Entre el “problema
del transporte” y algún que otro suceso inevitable, incluido el fallecimiento
de tíos, tías o abuelito querido, la persona que espera llegará con suerte
sobre las once de la mañana.
Claro y aclaro,
que depende siempre de la importancia de la cita para la persona que usted
espera. Si es de carácter romántico la cuestión es cuántas hay anteriores. A la
primera, segunda y quizás la tercera, llegará temprano. El resto no se lo
garantizo.
Si es de trabajo
seguro llegará temprano para impresionar. Después de varios días y una
investigación/ contrainteligencia tremenda, aprenderá cuándo y bajo qué jefe
relajar la entrada a tiempo siempre que no ponga en peligro la institución
sagrada conocida como “La Búsqueda”.
No siempre existe
ese nivel de informalidad e impuntualidad entre nosotros. A veces puede ser
peor aunque toda regla tiene su excepción.
Por todos los
medios anunciaron un concierto el martes para las nueve de la noche. Es cierto
que llovió y eso siempre es un atraso. Entendible. Llegué al lugar sobre las
nueve y treinta después de calcular un inicio aproximado al horario cubano.
A las nueve y
cuarentaicinco comenzó la música grabada. A las diez y media, el animador antes
del concierto que empezó finalmente sobre las once y cuarto, se detuvo a las y
treinta por un problema técnico y siguió cerca de las doce menos cuarto.
Que hay cuestiones
que te enredan, lo entiendo, pero señores, no exageremos.
Por cierto, los
dejo que tengo una cita y ando como una hora tarde.
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