Por: Mario Herrera
El equipo cubano de beisbol no enamora. No es
un desastre ni mucho menos, pero nada tiene que ver lo que nos ofrece como
equipo, con lo que estuvimos acostumbrados a ver y disfrutar de nuestra pelota
en la arena internacional.
Cierto es, que no llegan, y espero nunca lo
hagan, a un capítulo como el vivido frente a Dominicana en los Panamericanos,
que ya es el fondo del pozo, desde nuestra opinión (Usted siempre tenga la suya)
Pero no enamora. Olvidemos lo que ha sido este
equipo cubano y su actuación, más bien, su resultado en el Premier 12.
Hay cosas que cambiar en Cuba, en su beisbol,
en la manera de ver al deporte, y esos cambios, si no vienen pronto, terminarán
por hacerle un daño tremendo a la persona más importante del mundo: Usted.
Y no es nuevo: ya desde 2006, Víctor Mesa nos
decía que hubo errores puntuales en la final contra Japón del Primer Clásico
Mundial, y aseguraba que se podía haber ganado aquel choque. Alfonso Urquiola,
en 2010, nos aterrizaba con un criterio que puso a pensar a muchos, a propósito
de una de las finales más espectaculares en la historia de las series
nacionales de beisbol, entre Industriales y Villa Clara, ganada por los habaneros
tras siete juegos. Dijo entonces el profe pinareño que la final había sido
atractiva, emocionante, dramática, pero mal jugada en términos de beisbol.
La migración, la falta de un estímulo fuerte,
más allá del competitivo, la imposibilidad de desarrollar la serie sub 23 a la
par de la nacional para tenerlos a todos en juego la mayor parte del año, el
jugar entre nosotros mismos, ya que la serie no puede importar extranjeros, y,
enfrentémoslo, la exportación de peloteros es muy floja, y, a excepción de los
que fueron a Japón, los destinos no elevarán el nivel de los contratados.
El cancelado acuerdo Cuba- MLB hizo que
volviera la fuga de jugadores a ser una “opción de mercado” para aquellos que
ignoran cómo les va de verdad a los que lo intentan. Sí, porque el sueño viene
en papel de regalo, pero una vez perdida la envoltura, comienza la pesadilla.
No por gusto el juicio a Bartolo Hernández y compañía. Pero nadie escarmienta
por cabeza ajena, dicen.
Cada uno trae su fórmula para arreglar la
pelota cubana. Creo, es momento de analizarlas todas, por quienes tienen esa
obligación, y hacer cambios radicales que nos ayuden, pero no a poner parches,
sino a solucionar.
Dejar de tratar a los migrantes con desdén y
convocarlos a todos, poner del otro lado la excusa de ataque siempre usada por
los enemigos de Cuba, a ver qué dirían entonces, sería un primer paso, para
después, repensar entre todos los jugadores, los de aquí y los de allá, las
mejores soluciones.
Así, al menos, lo vemos.
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