Por: Mario Herrera
No escribo estas
letras porque se trate de un amigo, en el plano personal. Tampoco lo hago por
despecho a procesos y funcionarios con los que no estoy de acuerdo en lo
absoluto.
Un exjugador de
Cuba, que vive en Cuba, me sacudió de esa concepción idealista sobre jugadores
que han abandonado a la selección en eventos internacionales cuando hace falta.
Idealismo que me hacía estar en consonancia con la actual política cubana de elegibilidad.
“¿Tú
sabias que a Osvaldito no lo llevaron a los centroamericanos de 2006, porque
dio positivo a un control antidoping, y nadie lo defendió? Lo apartaron
completo y lo trataron como plaga, pero después, cuando le hicieron nuevas
pruebas, se dieron cuenta que su cuerpo generaba esa hormona de forma natural,
y entonces fue que se movieron.” … “A mí no me molestaría volver a jugar con
ellos. Es cierto que se fueron y que la pasamos mal sin ellos porque hacían
falta, pero también hacían falta otros y por ma….. no estuvieron… Mira como
desmembraron al equipo nacional cuando llegó Compani… Sacaron a todos los
habaneros por órdenes de arriba, de los jefes del fútbol…”
Y me acuerdo
entonces, cuando hablé del tema en redes y tanta gente me atacó, solo por
pensar diferente. Luego, un hombre de fútbol cubano me dijo, que le dolía la
salida de cierto jugador, porque le había ayudado muchísimo, cuando mucha gente
le quiso hacer un “ocho”. Y pregunto: ¿por qué, en primer lugar, querían
hacerlo un “ocho”? Y ojo, respeto el criterio de esta persona que siempre ha
trabajado con un respeto tremendo a pesar de diferir en opiniones. Por eso le
respeto tanto: porque a diferencia de tanta gente que cree es dueña de la
verdad absoluta, éste Profesor respeta el criterio ajeno.
Pienso en Danny
Echavarría, y los sub 20 del pasado premundial, con tantas inconformidades en
el proceso, y llamados a pretemporadas que siempre me negaron los funcionarios
cubanos, pero fuera de nuestro país y el propio jugador me confirmaron en algún
momento. Pienso en los contratos frustrados de los jugadores, en el paradón a Roberto
Peraza en el aeropuerto antes de ir a Dominicana, y cómo los funcionarios lo
despreciaron y castigaron por no querer esperar una firma que un año antes, le
había costado titularidad.
Pienso en Puga y
todo el trabado proceso que debió sufrir para poder irse a una beca en Europa.
¿Qué hubiera hecho
yo? Regresaba, porque muchos de los que regresaron siempre, también sufrieron
dejaciones y desacuerdos con los dirigentes y funcionarios del futbol cubano.
Pero también entiendo que una migración de este tipo debe alertar a directivos
superiores, en rango y capacidad intelectual, para llamar la atención sobre
cuestiones que no funcionan, que no caminan sobre ruedas, a pesar de que nos
venden a cada rato la idea de lo contrario.
Algunos se alegrarán
y dirán que vi una luz al final del túnel. Siempre entendí el por qué migraban,
pero idealizaba el honor de jugar con Cuba.
Como muchas veces, o
casi siempre sucede conmigo, los jefes y los jefes de los jefes, estarán en
desacuerdo. No hablaré del criterio politizado de “traidores”. Aquí no hay
traición.
Cuba les ha pedido a
sus médicos, aquellos que abandonaron las misiones médicas (no son militares,
como repite desesperadamente Marcos Rubio y el señor Donald Trump), que pueden
regresar a Cuba, a sus puestos laborales, en normalidad de condiciones. Les ha
dicho a los cubanos residentes en el extranjero que participen en la reforma
constitucional. Ha recibido a muchos artistas, músicos fundamentalmente, y que
se explayaron en su momento en críticas al país y su dirección, y ahora
regresan a relanzar su carrera, porque fuera, se convirtieron en un producto
más en un enorme mercado, y desde Cuba, la cosa es diferente, porque vienen a “alimentarse
de sus raíces”.
Entonces: ¿por qué
el deporte debe ser un “ministerio” diferente? ¿Por qué es tan reacio a los
cambios?
Si los funcionarios
que atienden esta esfera temen al cambio, será mejor que renuncien, porque tanto
queremos un cambio que mejore nuestra revolución, la nuestra, no la que quieren
sus enemigo y detractores, sino la nuestra, que apoyaremos el cambio y no el
sostenimiento de la ausencia del cambio.
Los funcionarios
dirán que solo se trata de mi criterio. Que hay principios innegociables. Un principio
innegociable es el antimperialismo, y más importante aún para un revolucionario,
el humanismo. El resto, es puro discurso.
A Daniel, el
Colorado, Elier, Yasmani, buena suerte hermanos.
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