Por: Mario Herrera
¿Que hubo hermano? ¿Cómo te lleva la
lucha por allá? Por aquí todo bien. Tu sobrino está de madre. Jodeeeeee. El
otro día lo llevamos al Gran Parque Metropolitano de La Habana. Es que por
televisión lo dieron como que había sido reinaugurado y que era el paraíso
terrenal, así que nos embullamos y para allá fuimos, con familia completa.
Desde que llegó se olvidó que tenía
sueño y comenzó a correr, a trompicones porque aún no sabe caminar bien. Se
montó en casi todos los aparatos que encontramos en la zona de los niños
chiquitos. Le encantó el Tío Vivo. Uno de los que no estaba “Tío Muerto”. No le
hizo mucha gracia el columpio. Me pregunto dónde estarán aquellos de cuando
éramos enanos y eran un cajón de metal, bastante seguro, con la barandita
delante. Ahí, te puedo garantizar que no había.
Lo pasé por otro aparato y nos
tuvimos que levantar por el ruido que hacía. Falta de grasa sería el veredicto.
UN trencito de concreto hacía de túnel para los más pequeñines, y por ahí me
obligó a meterme un par de veces.
¿Te acuerdas de los “barquitos”?
Había, con un asiento sí y uno no, pero funcionaban y por momentos le cayó en
gracia el chiste. Bueno, que gozó bastante.
Llegó en mediodía y el hambre, y
como nos había dicho la televisión que aquello tenía no sé cuántas ofertas, nos
pusimos a caminar. Llegamos a la pizzería, que tenía una buena cola (no te
olvides de Cuba). De todas formas, revisamos la carta y vimos… y nos fuimos. La
Heladería también estaba copada de gente. Cruzamos el puente. Tu sobrino se
enamoró de una guitarra y un violín. Hubo que sacarlo cargado porque si no, no
se va.
Llegamos a la parrillada. Solo había
pollo frito y refresco caliente. Fuimos a otro lugar, casi frente a la
parrillada y tenían refresco, otra vez caliente. Pedimos el pollo y fui a
buscar refresco en la pizzería, y macho, créeme que estaba frío de congelado y
rico.
Pasó una hora, y el pollo… nada.
Pregunté y terminé molesto y le cedí mi “lugar” en la cola al próximo… que
también se fue. Nada, que la televisión me prometió el paraíso me tropecé con
una instalación de gastronomía Estatal en La Habana. Ante mi protesta apareció
casualmente la directora. “¿Qué te
prometió la TV?”. Me explico. “No, lo
que pasa es que la obra no estaba terminada y había que entregarla para el 31
de diciembre, y los contratistas dijeron que sí estaría, pero además, ¿nadie le
explicó que no tenemos agua desde ayer?”
En fin, para no
hacerte largo el cuento, nos fuimos. Cruzamos y encontramos la Hamburguesería. La
diferencia es abismal. La climatización adecuada, el trato, especial, amable.
El lugar es bastante económico. Nada, que pasamos un rato divino. ¿Y tu
sobrino? ¡Se echó jevita y le dieron su primer piquito! Paola será su primer “amor”.
Nada, solo quiero
que ustedes estén bien por allá, y que cuando tengan una oportunidad, vengan,
que al final, esto es Cuba y la vida sigue igual.
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