Por: Mario Herrera
EL hecho me tomó
por sorpresa. “Aquí está el feto. Todo en perfecto estado”. De esa forma me
desayunaba la paternidad a los 38 años. Pasado el delicioso y traumático impacto
inicial, las pruebas y las pruebas que acompañan el evento, sabido hasta el
sexo de quién viene en camino, un día cualquiera, en una conversación, nos
dimos cuenta.
Una vecina recién
tuvo a su bebé. El hospital le dio la atención… ¿que pudo? Comenta la vecina
que había cucarachas en las paredes, que al niño se lo dieron después de unas
cuantas horas tal y como vino al mundo y no me refiero a la desnudez, sino a la
suciedad. Pegajoso recibió el primer beso de su mami y el primer baño de su
vida.
Después nos
pusimos a hablar del tema educación. Un proceso que será sin duda alguna
complejo. La situación económica de los noventa, la migración a otros sectores
de los maestros, la creación del programa Maestro Emergentes y su posterior
desintegración por las cuestiones lógicas de un proyecto bueno en papel, pero
que los insensócratas cubanos destrozaron para dar “mayor brillo” al proceso.
En resumen, es un desastre el tema hoy día.
Los maestros que
están en las aulas a veces, y aclaro, a veces, para no ser absoluto, están muy
lejos del nivel académico que alguna vez tuvimos. La absurda desaparición de la
universidad pedagógica hizo que se perdiera la preparación superior de un
profesional imprescindible para el desarrollo de cualquier sociedad en el mundo.
Por suerte errar es de humanos y rectificar de sabios.
Los “emergentes”
siguen en las aulas, muy poco interesados en su auto preparación mientras otros
de veras lo intentan. El efecto inmediato de tal desatención lo vemos en el
aumento de la ignorancia.
Una periodista salió
con una cámara y un micrófono a preguntar cosas de historia básica como “qué
sucedió el 1 de enero de 1959”, y cuál fue mi sorpresa al ver que hubo quien
falló la pregunta. Ni hablar del resto de las interrogantes que las debe saber
responder hasta un chico de primer grado.
Los adolescentes
están más metidos en la bobería de los celulares, tables, video juegos y el reggaetón
que en un libro, lo cual es considerado antiguo y fuera de moda, incluso para
los “maestros emergentes” que repiten literalmente lo que les dieron en su
formación.
Recuerdo que a una
de mis sobrinas le pidieron un trabajo sobre una figura y por esos días
terminaba de leer una biografía de esa personalidad de la historia latinoamericana.
Bueno, como es lógico ayudé a mi pequeña y cuál fue mi sorpresa al ver que la
desaprobaron. Fui a ver a la maestra con el libro en la mano, publicado por la
Editora Política de Cuba, que no es por nada pero es un buen aval. La maestra
nunca entendió los errores, primero mezcló cosas de una figura con otra y
segundo se escudó en que así se lo enseñaron y se lo evalúan y que ella no
puede hacer nada al respecto.
La Directora de la
escuela sintió algo de vergüenza cuando fui a verla. Otros problemas de
incapacidad provocaron que no volviera a saber de la maestra que sí tenía la
atención de los varones, sobre todo por su falda. (Y la mía también, dejémonos
de bobadas).
El punto es que por
suerte renació el Pedagógico pero hay un mal que está hecho.
Por si acaso, ya
busco los libros de texto para la educación de mi hijo.
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