Por: Mario Herrera
Hace un par de horas, la Comisión Nacional de Ciclismo emitió una nota relacionada con la ausencia de la pedalista cubana Marlies Mejías, al Campeonato Mundial con sede en Noruega.
Sin pretender ser el dueño absoluto de verdad,
la misma me deja tan triste e indignado como antes de ser emitida. La nota,
publicada en el portal digital del INDER, Jit, alega que se tramitó el
hospedaje y vuelo, y que el club Astaná Women´s Team, de acuerdo con nuestra
federación, se encargaría de la alimentación de Arlenis Sierra, corredora de
esa institución, y de Marlies Mejías. Arlenis se lesiona y, por tanto, al no
poder asistir, la posibilidad de Marlies se perdió.
Se
agrega que se hicieron las gestiones, aun en las condiciones difíciles que
supuso para nuestro país el paso del Huracán Irma, y que las mismas se
lograron, pero que, desde Bergen, les llegó el aviso de que era mucho más caro
que lo que ofrece la “Dieta” cubana, y ante la imposibilidad de volver a echar
andar todo el proceso, se prefirió no asistir.
Pero hay un par de párrafos que se
contradicen. Por ejemplo:
“A sabiendas de que los organizadores
no garantizarían la alimentación de los participantes, como ocurre
tradicionalmente, nuestras autoridades gestionaron ese servicio a través de una
colaboración del Club Profesional Astaná Womens Team,
en el que milita Arlenis Sierra, cuyos gastos en el evento serían cubiertos
íntegramente por esa franquicia.” Párrafo
3.
“Nuestra Comisión considera que esta situación
pudo evitarse si los organizadores del Mundial hubieran asumido los gastos de
alimentación, como es norma en eventos de esta envergadura, una situación que
afecta sobre todo a las federaciones nacionales de los países más pobres”.
Párrafo 11.
No me gusta “llover sobre mojado”, pero es
ilógico culpar a la Unión Ciclista Internacional por dos motivos muy
esenciales: el primero, es que en Cuba funciona una Dieta, estipulada en normas
jurídicas hechas en la década de los setenta, y que a diferencia de las Dietas
para eventos nacionales, las de Viajes al Exterior, no han sufrido cambios
acordes al alza de los precios y sobre todo, a la diferencia de precios entre
los años setenta y los que existen hoy, más, en el caro Viejo Continente. La
segunda, es que la UCI, como dice el párrafo tres, no garantizaría la
alimentación, como ocurre en otros eventos de esa envergadura. Pero son sus
normas, como “ocurre tradicionalmente”, o
al menos, eso entendí de su redacción. Si son sus normas, hay que acatarlas y
debía estar planificado ese dinero, amén del transporte y hospedaje. Aunque
creo correcto negociar con Astaná para que comparta los gastos, había que
prever alternativas, y sobre todo, el Estado debe modificar las Dietas para
Viajes Internacionales, que tan amarrados de manos nos dejó ahora, por una
simple cuestión de que representan un gasto mayor para nuestro país, pero los
tiempos y los precios cambiaron demasiado.
Por último, después del esfuerzo de la
muchacha para participar en el evento, ¿creen que será suficiente esta
explicación?
A mí no me alcanza. El año pasado tuvimos seis
cupos al mundial de Qatar, pues además de los cinco que nos otorgaba la UCI,
Iraida García tenía garantizada plaza por ser Campeona Panamericana. Se que el
vieje cuesta, y que quizás no ganábamos el oro, pero si además de Marlies,
Arlenis Sierra, llevábamos a Iraida, y tal vez a Olga Echenique, sería más
caro, pero con opciones a meternos dentro de las primeras diez y eso, en el
ciclismo moderno y en las condiciones cubanas, sería un logro tremendo. NO
digamos si se mete alguna de ellas en el podio.
El mundial terminó, y la corredora con el
dorsal 92 no salió a tratar de ganar, como siempre hace.
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