Por: Mario Herrea
Hace unos días culminó
la séptima edición de La Copa Jorge Gelabert Pérez in Memoria, con sede en la
sala polivalente Kid Chocolate. La afición futbolera del país pudo disfrutar de
una buena parte de sus encuentros a través de la pequeña pantalla.
Con sus aciertos y
desaciertos se jugó un buen futsal, el mejor que tenemos. Sorpresas como el
Juveniles U-16, el regreso de Pinar al panorama nacional en muy buena forma, el
juego fuerte de Granma, una final de alto nivel con varios de los mejores del
país.
Sin embargo, los
desaciertos empañaron al evento, y van más allá de la responsabilidad del Comité
Organizador, que hizo lo que pudo, con lo que tuvo.
Creo, debemos
empezar por los puntos oscuros. Los tres equipos de la capital vistieron el
mismo color de uniforme, con los gráficos diferentes, pero iguales de
inentendibles. Mismo tono azul fuerte, ribetes en negro o verde oscuro. Pinar vino
con su verde tradicional, pero igual, números en negro. Cuando se sudaba el
uniforme, no se diferenciaba a los jugadores.
Una cosa es el
concepto genial de Deporte para Todos, como el derecho de cada cubano al acceso
a nuestras instalaciones, a la práctica del deporte desde las más tempranas
edades y hasta que nuestras voluntades lo determinen, de formar parte de los
equipos desde la base y hasta donde lleguen nuestras capacidades, todos por
igual, sin distinciones de raza, sexo, credo religioso o ninguna otra que
lacere la dignidad humana, y otra bien diferente, a pesar de ser consecuencia,
es el deporte de alto rendimiento.
Lo que vimos, fue
deporte de alto nivel en un pésimo espectáculo deportivo. Los uniformes,
colores oscuros y gráficos oscuros. No pedimos las súper camisetas de las
grandes trasnacionales, pero tampoco las vistas. La cuestión no es gastar para
cumplir, sino hacer lo básico con calidad. En el futbol, el uniforme incluye
las medias, algo que la industria deportiva cubana no tiene registrado en su
agenda, pues ni en esta Gelabert, ni en el Nacional de futbol, se les entregó a
los atletas de ninguno de los equipos participantes. Los colores en los
uniformes e identidades deben contrastar, para facilitar la identificación a
los árbitros, televisión (más si se sabe de antemano que estará) y público
asistente.
Los trabajadores
de la Kid Chocolate hicieron un trabajo fuerte, pues las lluvias se presentaron
en las tardes habaneras y las filtraciones en el techo de la Kid Chocolate,
impidieron, por momentos, el buen desarrollo de algunos partidos, debido a los
resbalones de árbitros y jugadores. La Kid necesita una reparación. Se habló
dentro del staff de empleados de la desaparición de la polivalente para
aprovechar el espacio en otros proyectos. Centro Habana y Habana Vieja son dos
de los municipios más densamente poblados de Cuba, y complejos. No abundan los
espacios para la práctica del deporte y sus beneficios. Desapareció Prado 117,
con su academia de ajedrez, de tenis de mesa, de lucha. La escuela del Ballet
Nacional de Cuba, fue tiempo atrás, centro de entrenamiento y formación de
atletas en esgrima, gimnasia artística y rítmica y gimnasio para aquellos que
querían realizar ejercicios en sus ratos libres. La academia de esgrima fue
mudada a Trocadero e Industria, a una nave que fue almacén tiempo atrás. O sea,
cada vez son menos las áreas deportivas, como para darnos el lujo de perder una
más.
El futsal, ha
sacado de las calles a varios de esos atletas que vimos días atrás y los ha
convertido en hombres de bien. La Polivalente necesita reparación, no
desaparecer ni ser mudada de locación.
El deporte de alto
rendimiento es un espectáculo deportivo, pero también un espectáculo
recreativo. El público cubano recibe 18 horas diarias de deporte de alto
rendimiento cubano, y de otros lares, donde se cuida mucho la imagen del
espectáculo, valga la reiteración del término. No por gusto, bajo la influencia
de lo que se puede hacer y no se hace, las instalaciones cubanas, en nuestros
eventos, lucen vacías.
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