Por: Mario Herrera
Serafín es un
revolucionario cabal. Es joven, cortés, militante, decente, no roba a pesar de
tener un buen empleo. Cada orientación que recibe la toma y cumple al pie de la
letra.
Desde hace algunos
años los medios, los dirigentes, los directivos, los especialistas comentan y
conversan de la problemática existente con el decrecimiento de la población, la
baja tasa de natalidad y las consecuencias económicas del relevo generacional
laboral.
Serafín se
preocupó desde el inicio. Hacía falta aportar su granito genético en el asunto,
es una cuestión de seguridad nacional y supervivencia.
Se tropezó con el
primer problema: encontrar la pareja perfecta para la operación “Repoblación”.
Debía gustarle, ser al menos contemporánea con él. No podía ser ambiciosa, él maneja
recursos y no los va a desviar. Además es requisito indispensable la calidad
como revolucionaria probada.
Buscar fue
complicado. Cada rato miraba las colas en las embajadas de muchachas en busca
de una migración segura. Pensó: “Nada, en el Comité de Base sobran”, y se dio
cuenta de la cantidad de personas de su comité que ya no estaban, incluso las
más recalcitrantes, las que ni él mismo soportaba por sus discursos.
Pero no hay mal
que dure cien años y la encontró, contemporánea, bonita, humilde, decente,
revolucionaria.
La relación fue
viento en popa y al año logran el objetivo de encaminarse rumbo a la paternidad.
Pero vino el
segundo problema. La crisis actual en la economía hace mella en el bolsillo
cubano. Hay un círculo vicioso en el que no se puede aumentar los salarios
porque no hay producciones que lo sustenten y por ende los trabajadores le
roban al estado hasta los codos y por otra parte, si no lo hacen es imposible
poder acceder a las demandas económicas de la vida diaria, como consecuencia,
la gente lo hace y por tanto la producción… Creo que ya entienden.
Aun así, entre los
dos, más la ayuda de los padres y los hermanos de afuera, los que se fueron,
podían sostenerse en las condiciones económicas complejas que ya anunciaron
durarán un tiempo más.
Pero al bebé hay que
comprarle otras cosas. Y Serafín fue a ver los precios de algunas elementales. Al
verlos, se asombró, sacó papel, lápiz y calculadora:
- Un cochecito básico: 130 CUC, a 25 pesos por
un CUC, total…
- La sillita para que el bebé haga sus
necesidades básicas, de madera y bien sencilla: 187 CUC, también por 25…
- Culeros
desechables (sí, porque los de tela que se hacen hoy día no tienen la misma
calidad de los de antes), a 10 CUC los de 14 pañales…
- La
ropita para bebé, 15 CUC una batica para bebés de 0-6 meses
- La
cuna: 325 CUC… Contra, ¿cuántos pesos yo gano?
“La verdad Presidente, está dura la misión”
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