DEL MUSIRUIDO A LA
DISCO MOVIL
POR MARIO HERRERA
El ya desaparecido periodista Manuel González
Bello habló una vez del ruido ambiental en una de sus entonces populares “Crónicas
del Sábado” de Juventud Rebelde. Cuando aquello, apenas empezaba el fenómeno del
reggaetón. Lo llamó “musiruido” (¡Qué gran definición, Manolo!). Pero no trataré
sobre un género, polémico o no.
Usted se levanta un día para ir a su trabajo,
o quizás regresa, no importa. Se monta en la guagua, casi llena o atestada de
gente que quiere llegar a su destino, y lo recibe un ambiente peculiar. A tres
cuadras de distancia es capaz de adivinarla. “A veces creo oír, que me
necesitas”. Ya está listo para el abordaje, ella llega, ensordecedora,
y te abre la puerta. Monta y es incapaz de comunicarse con el de al lado.
Mejor me explico. Las guaguas de hoy,
las “Yutones”, tienen sistemas de audio, vaya, grabadoras, algunas con USB incluido.
Por supuesto hay una gran diferencia entre un chofer chino y uno cubano. ¡Mira
que nos gusta la música alta! Pero no hay opción, ahí va, sin “fórmula
para olvidarte”, resignado. De repente uno siente el pitico: beeep,
beeep,
y se agarra fuerte de donde sea; esta le gusta al chofe, y él la sube “pa’
que suene”. ¡Qué lejos está la parada!
Otras veces no. La guagua va casi en silencio
hasta que llega “DJ Móvil”. Viene armado de su equipo súper secreto, el Celular
con Bocinitas. Le da lo mismo si a usted le gusta o no, si viene cansado, si se
murió su suegra o su madre. Lo que le importa es ambientar y que todos sepan el
musiruido que tiene grabado y el poder de su Disco Móvil. Es capaz de echarse
un “pasillito” en el pasillito de la guagua, con su traguito, cigarrito y todo.
Con uno ya usted levanta las cejas. Malo es cuando monta otro, y otro más. De
repente ya no sabe dónde está, si en el P-5 o en las fiestas del 28 de septiembre.
Es un viaje multigéneros, bueno, más bien un mismo género pero distintas canciones.
El primero sube quince decibeles, el segundo dieciocho y el tercero veintiuno. “A que
el mío suena más alto” piensan los animadores, con corito y todo y hasta te
avisan la “… parada, que me quedo en esta”. ¡No se le ocurra pedirles, ni
de favor, que bajen el volumen! Se ponen bravos y quizás termine usted con un
día tirado a la basura, da lo mismo si son muchachos, muchachas, jóvenes,
personas casi mayores, cualquiera. Usted se pregunta dónde está
la educación, el sentido común de la gente, el no molestar a los
demás.
Más
allá de si me gusta o no el reggaetón, la disco o el Pop romántico, lo que
critico no es el gusto de cada quien, sino la ausencia de sentido común, de
disciplina social, de la más elemental lógica. Hasta que la indisciplina no
comience a afectar el bolsillo del infractor, pero fuerte, no terminará. ¡Caballeros! "¿A dónde
vamos a parar?"
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